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Delincuencia azota a poblados del sur

EN CANOA Y LA BOMBITA SOLO TIENEN TRES POLICÍAS PARA PROTEGER A 3,500 PERSONAS

Canoa, Barahona. Esta comunidad era considerada como una de las más tranquilas, compuesta por hombres y mujeres de trabajo, organizados en asociaciones campesinas, de jóvenes, amas de casa y de estudiantes. Pero de pronto se ha transformado en un poblado peligroso, en no habitable por la creciente delincuencia y el consumo de narcóticos.

El concepto tradicional de comunidad “tranquila” ya ha tenido un cambio radical en Canoa, una comunidad de Barahona, ubicada a 185 kilómetros de la capital dominicana. Ese cambio a negativo ha traído preocupación a sus pobladores, quienes han tenido que hacer importantes cambios en sus estilos de vida para evitar caer víctimas de los delincuentes.

Se trata de una problemática que no solo ocurre en esta jurisdicción, que pertenece al municipio de Vicente Noble, sino que se trata de una situación que afecta prácticamente a todos los poblados de la zona de la cuenca del río Yaque del Sur.

La debilidad en la vigilancia y el patrullaje es mucho más grave de lo que a simple vista se puede creer si se toma en cuenta que el poblado apenas tiene tres agentes asignados por la Dirección Regional Sur de la Policía Nacional.

Esos tres uniformados son los que tienen la misión de resguardar no solo a Canoa, sino también a La Bombita, que en conjunto tienen una población aproximada de entre 3,500 a 4,000 personas.

Al dividir los 3,500 habitantes que tienen ambos poblados entre los tres policías asignados, cada uniformado tiene la responsabilidad de proteger a 1,166 personas, que en caso de ser 4,000 equivaldría a 1,333 ciudadanos.

La denuncia es más grave porque esos tres policías: un sargento mayor, encargado del puesto y dos rasos, no están todos los días, sino que por la noche están dos, y uno está de descanso, por lo que esta debilidad en el número de agentes, ausencia de un efectivo patrullaje, es caldo de cultivo para la delincuencia que se hace dueña y señora de Canoa, según sus habitantes.

Sobre esta situación opinaron el director de la Junta de Distrito, Héctor Benigno Siré de León; la directora del liceo Felidia Pinales Matos, el dirigente campesino Blas de León, el alcalde pedáneo Ricardo Reyes, y los dirigentes comunitarios Lucas González de León, Emilio Recio, Adolfo Dotel y doña Simona Vargas Heredia.

El grupo de consultados afirma que unido a la debilidad de la Policía Nacional, en lo relativo a las labores de seguridad y vigilancia, han visto como el consumo de drogas, robos menores, incursión en fincas, casas y establecimientos comerciales crecen de forma constante ante la impotencia de sus residentes para evitarlos.

Siré de León, elegido en las pasadas elecciones generales como director de la Junta de Distrito, dijo que como autoridad le preocupa mucho el problema de la delincuencia que ocurre a cualquier hora del día, tarde o noche. Odontólogo de profesión, el director del gobierno distrital, dice que no puede hablarse de seguridad cuando la institución que está para ofrecer protección a los comunitarios, no la ejerce a plenitud.

Señaló que consciente de esa problemática es que está conformando el cuerpo de la Policía de Distrito (PD), que conjuntamente con la policía regular, se encargarán de brindar protección y seguridad a la población.

Con el director del distrito coincide el alcalde pedáneo de la localidad, Ricardo Reyes, quien dijo que como hombre de ley y del pueblo, le llueven las quejas de los ciudadanos, pero dijo sentirse impotente porque es poco lo que puede hacer a favor de sus conciudadanos.

Evitar muertes
La comunidad recuerda cuando una multitud desafió la autoridad policial penetrando al destacamento para sacar al nacional haitiano Papito Solis, luego linchado, causando heridas a su hermano Nulas Solis, quienes estaban detenidos para fines de investigación por la muerte de una persona.

El alcalde pedáneo y el director distrital dijeron que ante la creciente delincuencia, la comisión de los hechos delictivos, el alto consumo de drogas, la debilidad en el patrullaje y la pérdida del resguardo a los ciudadanos por parte de la autoridad competente, temen que los comunitarios hagan justicia ellos mismos como ocurrió en el destacamento de policía, una acción que ambos reprochan.

Además, dicen querer evitar muertes, como ocurrió con el fallecimiento del primer teniente del Ejército de República Dominicana, Claudio Zabala, quien fuera asesinado por delincuentes para robarle su arma de reglamento cuando realizaba labores agrícolas en su propiedad, en el paraje San Bonito, del vecino Jaquimeyes o el asalto a la periodista Awilda Batista y a dos jóvenes estudiantes de la comunidad de Palo Alto.

El legendario dirigente campesino Blas de León dijo que se trata de una real situación que afecta a Canoa y que, a su juicio, viene dada por la usencia de organizaciones y espacios de la sociedad civil organizada que ayuden a poner orden en el poblado.

Pueblos vecinos
Aunque están conscientes del creciente número de delitos que ocurren en Canoa, así como el consumo y venta de drogas, despojo de celulares, incursión en casas y negocios, los comunitarios achacan la comisión de estos hechos delictivos a personas de otras localidades y a la presencia masiva de nacionales del vecino Haití.

Dijeron que los vándalos que cometen sus fechorías en la comunidad son de los poblados cercanos como el municipio de Vicente Noble, La Hoya, Habanero, La Bombita y el propio municipio cabecera, Santa Cruz de Barahona.

Precisaron que “dos o tres son los que tienen en zozobra” a todo un pueblo, por lo que las autoridades locales exploran fórmulas para contrarrestar la situación, como lo evidencia la creación de la Policías Distritales.

Siré de León dijo que uno de los comentarios más frecuentes en su comunidad es que en La Bombita, una localidad perteneciente a Canoa, hay haitianos que escaparon de una prisión del vecino país y que están armados, los que supuestamente van hasta la comunidad a cometer robos y asaltos.

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REFORZAR LA UNIDAD FAMILIAR
Felidia Pinales Matos, directora del liceo de Canoa, dijo que la ocurrencia con tanta frecuencia de hechos delictivos les afecta negativamente y que constituye una preocupación para la comunidad educativa, así como de las distintas organizaciones y líderes locales.

“Cuando hay delincuencia no hay tranquilidad, a los padres nos preocupa cuando los hijos no están porque pueden ser víctimas de la delincuencia o cuando regresan a la casa porque pueden ser asaltados, en fin toda una preocupación”, dijo la educadora.

Pinales Matos, en cambio, pide un reforzamiento de la unidad familiar, porque cree que esta situación se debe a la pérdida de los valores familiares, la crianza, así como seguir contribuyendo en mejorar la calidad educativa.

Identifica como un aliada de la delincuencia la escasa oportunidad para los jóvenes de aquí, pocas fuentes de empleos, excepto la Junta de Distrito que, afirma, potencia las acciones delincuenciales.

La maestra ve como una fortaleza la disminución “muy significativa” de la deserción escolar, que dijo es producto del almuerzo escolar, considerado como un elemento positivo para bajar y combatir la delincuencia, “porque los y las jóvenes no tendrán tiempo para cometer fechorías”.