Monseñor Nouel

Historia de la provincia Monseñor Nouel

Origen del nombre de Bonao y creación de la provincia Monseñor Nouel

Bonao era el nombre del cacique que a la llegada de los españoles reinaba en la tierra que llevaba su nombre.

El nombre de Monseñor Nouel, asociado con Bonao, surgió por primera vez en 1936. El 25 de mayo de ese año, a la Común ya la villa de Bonao se les cambió el nombre por el de Monseñor Nouel, en honor a este antiguo arzobispo de Santo Domingo y ex presidente de la República. En 1960 se le restableció a la villa su nombre de Bonao, permaneciendo el municipio con su nombre de Monseñor Nouel, designación que también se le dio a la provincia cuando fue creada en el año 1982.

Antes de ser elevada a la categoría de provincia, el territorio de Bonao era un municipio de la provincia La Vega, a la cual tradicionalmente estuvo atado su territorio.

Época precolombina

Por estar situada en el centro de la isla, la ocupación del territorio de la actual provincia Monseñor Nouel se hizo tardíamente, en comparación con lugares situados en la costa de la isla o en sus proximidades.

Los primeros grupos humanos que penetraron al centro de la isla y, por ende, estuvieron dentro o en los alrededores del territorio actual de la provincia, lo hicieron hacia el año 1000 antes de Cristo. Pertenecían a los grupos llamado barreroides, que se caracterizaban por ser recolectores; es decir, que no practicaban la agricultura.

Época colonial

A la llegada de los españoles, el territorio de la provincia Monseñor Nouel pertenecía al cacicazgo de Maguá. El origen de la presencia de los europeos en Bonao data de 1495, cuando los españoles iban penetrando la isla de norte a sur y a su paso construían fortalezas, una de las cuales fue la de Bonao.

Se dice que el primer fuerte levantado en el lugar fue llamado Bonao Abajo, La Colonia o La Entrada, que luego fue ocupado por la gente de Francisco Roldán. Los indios de Rincón de Yuboa o Bonao Arriba, vapuleados y presionados por los españoles, desaparecieron del lugar alzándose hacia las cuevas del Último Cielo, en la jurisdicción Los Capaces.

Bonao tuvo una relevancia significativa en los primeros años de la colonización de la isla, ya que en este lugar se refugió Francisco de Roldán con 70 rebeldes, que desconocieron la autoridad de los Colón en el año 1497. Los orígenes de la villa de Bonao están asociados, precisamente, con esta rebelión, en la medida en que algunos de los que participaron en ella se quedaron allí, cuando ésta culminó hacia el mes de octubre de 1498. Como escribió el padre Bartolomé de las Casas en su libro Historia de las Indias “Avecindáronse algunos en el Bonao y se comenzó allí la villa del Bonao”.

Que la villa de Bonao fue fundada durante los tiempos del almirante Cristóbal Colón queda bastante claro en el siguiente párrafo de Gonzalo Fernández de Oviedo, en su Historia General y Natural de las Indias:

“…don Cristóbal Colom, fizo e fundó… aquella primera población de los treinta e ocho cristianos, donde quedó por capitán Rodrigo de Arana, la cual se llamó la Navidada,  fue el primer pueblo católico en esta isla; y después, en el segundo viaje que vino, fundó la ciudad llamada isabela, de donde hubo principio esta cibdad, cuando estuvó del otro cabo deste río; porque allí trajo la gente dela Isabela el adelantado don Bartolomé Colon, hermano del dicho Almirante, como en otras partes está dicho. Fundó asimismo el Almirante primero la ciudad de la Concepción de la Vega, fundó las villas de Sanctiago y del Bonao”.

El 7 de diciembre del año 1508 a Bonao se le otorgó oficialmente la categoría de villa y se le concedió escudo de armas.

La principal actividad económica de esta villa era la recogida de oro, aunque sus minas no eran grandes. Cuando las explotaciones de oro por los españoles en la isla se agotaron, en Bonao se instalaron dos ingenios de azúcar, según relata el Bachiller Alonso de Parada en una relación hecha al rey Carlos V y que aparece en el libro Santo Domingo en los Manuscritos de Juan Bautista Muñoz transcrito por Roberto Marte: “El Bonao es tierra que lleva mucho fruto de pan i maíz, hanze comenzado ha hacer en el dos engenios quel uno moldra presto”.

Más adelante, Gonzalo Fernández de Oviedo, en su obra ya citada, menciona la existencia de un solo ingenio, lo que sugiere la desaparición de uno. Dice Oviedo: “En la villa del Bonao, diez e nueve leguas desta cibdad de Sancto Domingo, está otro buen ingenio de azúcar, que tienen los hijos de Miguel Jover, catalán, e Sebastián de Fonte, e los herederos de Hernando de Carrión; y es buena hacienda”.

La producción azucarera no fue un aliciente suficiente para mantener el atractivo de los españoles sobre la villa de Bonao. Hacia 1528 ésta había desaparecido junto a otras villas, según hacen contar los licenciados Espinosa y Alonso de Suazo en una relación al Consejo de Indias. En lo sucesivo, la población del territorio desapareció. En ningún documento del período colonial donde se mencionan las villas existentes se alude a Bonao. Tampoco hace mención de Bonao Antonio Sánchez Valverde, autor de un importante estudio sobre la colonia a fines del siglo XVIII.