La Romana

Origen del nombre La Romana

Romana es, como se sabe, un instrumento que sirve para pesar, y el cual se compone de una palanca de brazos muy desiguales con el fiel sobre el punto de apoyo. El cuerpo que se ha de pesar se coloca en el extremo del brazo menor, y se equilibra con un pilón o peso constante que se hace correr sobre el brazo mayor, donde se halla trazada la escala de los pesos.

Esta es la explicación que de tan antiguo artefacto ofrece el diccionario de la Real Academia, y entre cuyos ejemplos consigna: entrar uno  con todos, como la romana del diablo. Existía en las cercanías del puerto una casa comercial en la cual había una romana para pesar los productos que compraba, cera, granos, etc ; y de ahí reza la tradición, que el ir y venir a realizar las ventas al lugar donde estaba ubicado el negocio, se solía decir voy para la romana.

Pero cuando ocurrió esto? Es del siglo pasado, cuando los Ravelo, padre e hijos, tenían allí una casa comercial que explotaba el corte de maderas y otros negocios, casa que entró en liquidación en los días de la guerra de la Restauración, como puede comprobarse en anuncios insertados en la gaceta de Santo Domingo (V. Clio No. 98, pag. 8, enero 1954. No dudamos  de la buena fe de los que dan vigencia a dicha tradición, pero debemos consignar que existe constancia documental de que para el siglo Diez y Siete (XVII) ya se conocía el río que desemboca en ese lugar con ese nombre.

En efecto allí hubo un siniestro marítimo, y en fecha 6 de octubre de 1659 se pagaron “la cantidad de 930 reales al patrón  y marineros de la balandra del Rey, por el despacho de ella con un oficial de tropa que fue a reconocer la romana, por la noticia que se tuvo de hallarse en ella una balandra quemada”. El documento procede del Archivo de indias, de Sevilla y su conocimiento se debe al investigador Fray Cipriano de Ultera, qu8en lo consigna así en la nota suya que aparece en la página 14 de la Idea… del Valor de la Isla Española, por el Pbro. Antonio Sánchez Valverde.

Por cierto que en esta famosa obra, publicada por primera vez en Madrid en 1785, se enumeran entre las ensenadas o desembocaduras de ríos en que pueden abordar barcos y desembocaduras de ríos en que pueden abordar barcos y lanchones “las Calas de Macorís, el Soco, Cumayasa, la Romana y Quiabón”. (Pag. VII de la Edición Matritense). En la Pag. 129   se lee….: “ el rio de la Romana, entre el cual, y el soco vienes unas lomas pequeñas, y labraderos” En la Pag. 169, hablando de la llanura oriental, dice: “Esta es regada principalmente de las aguas de Macorís, soco Cumayasa, Romana, Quiabón, y yuma, que desaguan en el mar, y forman puertos y ensenadas útiles.

A cada uno de ellos le entran en lo interior otros (ríos) menos caudalosos; pero que además de fertilizar la tierra, facilitan el riesgo, el móvil para los molinos de agua, y el transporte en carreras y canoas. Todavía se ven las ruinas de un fuerte molino de agua, que hubo entre los dos últimos que acabamos de nombrar”. En mapas y libros de la misma centuria (Charlevoix, Alcedo, Mareau de St. Mery, etc.) aparece igualmente el río Romana.