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Tráfico vehicular: traumático y costoso

Las autoridades responsables de organizar y mejorar el infernal y caótico tráfico vehicular en el Gran Santo Domingo, Santiago y otras ciudades del país siguen sacando malas calificaciones en la búsqueda de soluciones o alternativas para “refinar” un problema cotidiano que, lejos de mejorar, empeora, aproximando a la capital dominicana al penoso ranking de las ciudades con el peor tráfico vehicular del mundo.

Los costos asociados con los problemas cotidianos genera al Estado dominicano millones de pesos, aunque no hay cifras oficiales del costo económico que implica para miles de conductores que cada día se desplazan por las avenidas troncales y calles del Gran Santo Domingo, Santiago, Puerto Plata y otras ciudades. Tampoco se conoce cuántas horas al año de su tiempo, invierten los conductores en estresantes taponamientos durante las “horas pico” o en horarios normales.

En realidad, la congestión en las vías públicas es permanente y empeora cuando llueve o se producen apagones, y conducir se torna en un verdadero infierno terrenal. La seguridad vial en la República Dominicana es una amenaza pública. Todavía República Dominicana no figura en ninguna “categoría especial” en el preocupante escalafón de ciudades con el peor tráfico vehicular, ruidosas o contaminadas, pero poquito a poco nos aproximamos a esa realidad.

El Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre (Intrant), creado mediante la Ley 63-17 y sus reglamentos, es la institución oficial responsable de adoptar medidas para mejorar la calamitosa situación del tráfico vehicular en el país.

Con el paso del tiempo, nuestro país se aproxima peligrosamente al penoso “ranking” de las naciones con el tráfico vehicular más congestionado del mundo, que encabezan actualmente Los Ángeles, Nueva York, Atlanta, Miami, Washington DC, Dallas y San Francisco, en los Estados Unidos; Moscú, Rusia; París, Francia; Bangkok, Tailandia y Bogotá; Sao Paulo, Ciudad de México y Caracas, en América Latina. Estos datos son suministrados por la consultora Inrix®, proveedor líder internacional de información de tráfico y servicios inteligentes para conductores. El informe fue elaborado en el año pasado.

Otros destinos citados por Inrix con severos problemas de tráfico vehicular son Sudáfrica, Brasil, Puerto Rico, Turquía, Reino Unido, Alemania, Eslovaquia, Canadá y Luxemburgo, mientras que en el grupo de las ciudades más ruidosas del mundo figuran Karachi (Pakistán), Shanghai (China), Buenos Aires (Argentina), Nueva York (Estados Unidos) Madrid (España), Tokio (Japón) y Delhi, Calcuta y Bombay (India); El Cairo (Egipto).

La contaminación acústica, sónica o sonora provocada por ruidos tiene un impacto negativo en la salud de los seres humanos, tales como la discapacidad auditiva, hipertensión, cardiopatía isquémica, estrés, alteraciones del comportamiento, la alteración del sueño o disminución del rendimiento escolar en adolescentes.

Conducir en “horas pico” genera estrés excesivo. Muchas conductoras, por ejemplo, pueden sufrir problemas cutáneos como descamación, escozor, resequedad y picazón en la piel. También, puede presentarse acné, caída del cabello, sudor excesivo, rosácea, uñas quebradizas y urticaria. Con el sexo masculino se generan polémicas que suelen terminar en discusiones, agresiones físicas y tragedias. El estrés excesivo puede llegar a alterar el ciclo menstrual.

En sentido general, conductoras y conductores que se desplazan a diario por las congestionadas vías públicas de las ciudades suelen enfrentar situaciones de tensiones, afrontan diferentes problemas de ansiedad, insomnio, ataques de pánico y enfermedades que pueden causar, por ejemplo, el estrés que genera conducir un vehículo de motor en medio del caos, la incertidumbre y la contaminación generada por un arsenal de vehículos viejos, auténticas chatarras, que carecen de un convertidor-catalizador del motor de combustión que reduce y controla los gases nocivos.

El problema del caótico tránsito vehicular genera no sólo pérdidas millonarias en consumo de combustibles, atrasos de horarios a empleados públicos y privados que no alcanzan llegar a tiempo a sus respectivos lugares de trabajo, sino una secuela negativa por accidentes de tránsito y pérdidas de vidas humanas. En el 2016 la República Dominicana figuró como el país de América Latina y el Caribe con el mayor índice de muertes por accidentes de tránsito, ascendente a 19.5 muertes por cada cien mil habitantes, cifra que en las demás naciones de la región solo alcanzó 17 fallecidos por cada cien mil personas accidentadas.

El doctor Ramón Alvarado, quien dirigió el Hospital Traumatológico y Quirúrgico “Profesor Juan Bosch” durante seis años, reveló que anualmente el país invierte RD$50 mil millones por accidentes de tránsito, lo que representa cada año una suma considerable del presupuesto general de la nación. Estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS), precisan que nuestro país ocupa el segundo lugar entre las naciones con más muertes por accidentes de tránsito en el mundo. La tasa de mortalidad es de 41.7 por cada 100 mil habitantes.